Cada vez más, los libros no entran por los ojos sino el oído. Son lecturas en la calle, el colectivo y en los tiempos muertos, también más económicas y variadas.
Cada vez más, los libros no entran por los ojos sino el oído. Son lecturas en la calle, el colectivo y en los tiempos muertos, también más económicas y variadas.