“El cabotaje en Argentina tiene costos altísimos” y “no existe una Marina Mercante” fueron algunas de las expresiones del ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, en una polémica entrevista donde subestimó la complejidad del practicaje en Argentina.
El funcionario adelantó que el Gobierno analiza reformar la Ley de Cabotaje para permitir que trabajos locales sean realizados por barcos extranjeros, utilizando tripulación y mano de obra de otros países. Esto puso en alerta al sector.
El fin de semana, el ministro realizó una entrevista en un canal de streaming y cuestionó los altos costos y la organización del servicio de prácticos en los puertos argentinos. Presentó argumentos irrisorios como que no hayan rocas en las costas internas –algo que choca con la realidad- para subestimar a las tareas de cabotaje: “A lo sumo te podés encallar con un banco de arena”, dijo, minimizando que puedan ocurrir catástrofes ambientales en el país.
Según dejó trascender, la intención del Gobierno es desregular las tareas de cabotaje, para que cualquiera “pueda competir” dentro de Argentina: algo no visto en ningún país del mundo. No son las tripulaciones extranjeras las encargadas de maniobrar para la descarga o tránsito de un buque porque no conocen –ni tendrían por qué hacerlo- con exactitud el territorio local. El tránsito de buques de alto porte en canales que necesitan un dragado constante o pueden resultar angostos debe ser garantizado fronteras adentro, así funciona en el resto del mundo.
En alerta
Esto amenaza directamente a todos quienes trabajan en el cauce, costas y muelles del río Paraná y río de la Plata, desde obreros marítimos, hasta capitanes y prácticos de puerto. “Existe una Marina Mercante y usted pretende liquidarla”, respondió a Sturzenegger el titular del Centro de Patrones y Oficiales Fluviales, de Pesca y de Cabotaje Marítimo, Mariano Moreno.
Se denomina marina mercante a la flota de barcos usada para el comercio, y que en caso de catástrofe o conflicto bélico pueden movilizarse como parte de la marina militar. Es decir que tiene una importancia no sólo económica sino estratégica vinculada con la seguridad nacional, ceder la marina mercante es perder soberanía, justamente lo que cualquier Estado está encomendado a defender.
En esta ocasión, los prácticos fueron puestos en la mira del ministro: “Yo mandé a los chicos a la academia de prácticos, les dije ‘vayan y anotensé a ver si pueden ser prácticos’. Bueno, casi los matan a trompadas”, arremetió en tono relato de espionaje.
“¿Sabés cuánto cobran? Porque esto es medio como un pequeño club: 50.000 dólares para entrar en un barco. Un dinero que por supuesto lo pagamos todos los argentinos”, agregó en la entrevista. “Un práctico tiene que estudiar en la escuela náutica, hacer pilotaje, navegar muchísimos años y luego rendir exámenes para ejercer la profesión”, le respondió Jorge Metz, ex subsecretario de Puertos y Vías Navegables, a través de declaraciones en un portal especializado. “Es una actividad que se desarrolla en todos los puertos del mundo, no exclusivamente en el Río de La Plata”, agregó y calificó a las expresiones del ministro de “desinformadas” y “faltas de fundamento técnico”.
Los dichos de Sturzenegger todavía no fueron rebatidos oficialmente desde el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) y hay preocupación en las bases dada la experiencia traumática de los años noventa. Entonces se permitió cambiar la bandera de conveniencia de las embarcaciones para que los propietarios de los barcos pudieran registrarlos con la normativa de otros países mucho más laxos en materia laboral.
“Se adoptó la normativa de Panamá y Liberia”, agrega Metz al ser consultado, es decir se pagaron salarios más bajos, se evitó el pago de aportes y contribuciones a la seguridad social y de impuestos locales. Un verdadero golpe al sector, que al igual que varios experimentó la pérdida de derechos conquistados años atrás en nombre de la modernización y la competencia de mercado.
En el caso de las tareas de cabotaje fluvial en Argentina, subestimarlas es no entender la complejidad de la navegación y los riesgos asociados. El tráfico naval en el país es intenso, porque posee canales angostos con presencia de buques de gran porte, entonces los requerimientos logísticos y de seguridad de navegación son importantes.
Los barcos deben realizar maniobras adicionales de carga y descarga y la función de los prácticos de puerto y del resto de la tripulación se vuelve crucial, así como contar con una mejor infraestructura. En vez de realizar las inversiones necesarias, el Gobierno prefiere subestimar su rol argumentando que no hay rocas en la costa.