Supermercados: estas son las fuertes diferencias de precios para un mismo producto, según la región

¿Cuesta lo mismo un paquete de fideos, misma marca, mismo tipo, mismo gramaje, en cualquier supermercado? La respuesta, por lo menos en la Argentina, es no. Y las diferencias de precios entre una cadena y otra pueden ser sorprendentes.

Un paquete de arroz Gallo Oro de 1 kg vale $2.495 en Día y $3.599 en Hiper Libertad. La misma marca, el mismo contenido, pero una diferencia de $1.100. Esa disparidad representa una brecha del 44,2%. Y no es un caso aislado. Lo mismo sucede con la yerba Amanda o con la harina Pureza 0000 (de $1.295 en Día a $1.729 en Hiper Libertad).

iProfesional seleccionó 10 productos básicos de cuatro cadenas de supermercados que operan en distintas regiones del país. Los precios son distintos. En algunos casos, muy distintos.

Las cadenas elegidas para el relevamiento —Día, Coto, La Anónima e Hiper Libertad— no solo ofrecen cobertura nacional, sino que también reflejan realidades regionales diferenciadas.

Dia es la cadena con precios más competitivos

Día y Coto tienen fuerte presencia en el Área Metropolitana de Buenos Aires; La Anónima domina en la Patagonia y parte de la región pampeana; Hiper Libertad concentra locales en el centro y norte del país. Esta diversidad geográfica permite observar cómo varían los precios de los mismos productos según el lugar donde se compran.

En todos los casos se tomaron los precios de lista, sin promociones, directamente de las páginas web de Día, Coto, La Anónima e Hiper Libertad. La canasta incluyó alimentos (arroz, yerba, azúcar, fideos, leche, aceite, harina), productos de limpieza (lavandina) y de higiene personal (shampoo y pasta dental). El resultado fue contundente: comprar exactamente los mismos productos puede costar entre $23.000 y más de $30.000 según la cadena elegida.

NOA y Patagonia, con precios más altos

Este trabajo de iProfesional reveló que La Anónima, con fuerte presencia en Patagonia y zona centro del país, fue la cadena con precios más altos en la mayoría de los productos secos, como arroz, yerba, fideos y harina. En cambio, Día resultó ser la más barata de forma consistente, incluso cuando no aplica promociones especiales. Coto quedó en un punto intermedio, mientras que Hiper Libertad mostró precios competitivos, aunque más caros que Día.

La lavandina Ayudín 1 L fue uno de los productos con precios más uniformes: entre $1.145 en Día y $1.439 en Coto, una diferencia de apenas el 25%. Esto sugiere menor volatilidad en productos básicos de limpieza o un planteo comercial más homogéneo. La pregunta es si es legítima esta heterogeneidad.

Técnicamente, estas disparidades no representan una irregularidad comercial, sino el resultado de diferencias estructurales entre cadenas: tamaño, poder de negociación, estrategia de precios, enfoque al cliente y ubicación regional. Como explica la economista Florencia Fiorentin, jefa de EPyCA Consultores, estas dinámicas son estructurales y persistentes, y no necesariamente producto de prácticas abusivas o arbitrarias.

Factor regional: impuestos, logística y competencia

La región donde opera una cadena también influye en el precio que paga el consumidor. En la Patagonia, donde tiene fuerte presencia La Anónima, el transporte es más costoso por distancias y condiciones geográficas; además, los costos salariales son significativamente más altos que en otras regiones. Un chofer o personal operativo puede percibir un salario bruto un 40% más alto que sus pares del NOA o NEA, y esa diferencia se acumula en los costos de operación. Para jefaturas o administrativos, la brecha puede ser incluso mayor.

Es decir, no solo cuesta más llevar un producto a esas áreas, sino que también cuesta más hacerlo operar allí. Esa combinación condiciona que cadenas regionales con base en zonas más costosas tiendan a tener precios más elevados en promedio.

Para el consumidor actual, el mensaje es claro: comparar precios no solo conviene, sino que resulta imprescindible. En un contexto de alta inflación, elegir la cadena adecuada puede implicar un ahorro de varios miles de pesos por ticket de compra, y marcar una diferencia en el presupuesto familiar mensual.

La economista Liliana Zurita, especialista en desarrollo regional y comercio interior, remarcó que la menor competencia también juega un papel clave. «En el AMBA, las cadenas compiten con muchas otras ofertas: autoservicios, supermercados de origen chino, mayoristas, cooperativas. En cambio, en ciudades del norte o del sur, hay menos jugadores y donde hay menos competencia hay menos presión para bajar márgenes, sobre todo en productos de alta rotación como alimentos o higiene», señaló.

Además, apuntó que la menor densidad poblacional eleva el costo por unidad vendida: «No es lo mismo abastecer a 300.000 personas en el Gran Buenos Aires que a 50.000 en una ciudad del NOA o a 5.000 en una ciudad aún menos poblada de la Patagonia. Todo eso incide en la estructura de precios».

Las diferencias provinciales en el Impuesto sobre los Ingresos Brutos (IIBB) también pueden tener un impacto concreto en el precio final al consumidor.

Este tributo provincial, con alícuotas que varían según la actividad y la jurisdicción —usualmente entre 3% y 5%, aunque puede superar el 9% en ciertos sectores— genera un «efecto cascada» que encarece los productos a lo largo de toda la cadena, especialmente en provincias con carga tributaria elevada.

Según estudios del Iaraf e Idesa, la carga tributaria que incluye IIBB llega a representar entre un 11 % y 12 % del precio de venta final en productos como alimentos, sin contar otros impuestos considerados distorsivos.

Por eso, en provincias donde la alícuota es más alta o menos compensada, es razonable que Hiper Libertad traslade parte de ese costo al consumidor, elevando sus precios respecto a los supermercados del AMBA.

La escala y la logística, otro factor clave

Fiorentin apunta a múltiples factores. «Las empresas más grandes tienen el poder de fijar precios por encima del equilibrio. Las más chicas son tomadoras de precios, juegan siguiendo a las grandes», explica.

Pero aclara que en la práctica argentina juegan otras variables. Una de ellas, subraya, es lógicamente la inflación endémica del país, que provoca un tendal de precios distorsionados.

Fiorentin también destaca que la escala, tanto en volumen de ventas como en frecuencia de reposición de stock, influye fuertemente. Las empresas más grandes actualizan sus precios con mayor rapidez, lo que puede generar diferencias incluso en plazos cortos. «También hay empresas que absorben más sus costos y no los trasladan tan rápido como otras, y eso también tiene que ver con la escala y con la demanda», agregó.

A esos elementos se suman cuestiones logísticas (por ejemplo, el transporte hacia Patagonia encarece algunos productos), la competencia local y la decisión estratégica de márgenes: algunas cadenas posicionan precios bajos en productos clave para atraer clientes mientras mantienen otros precios más elevados.

Orientación de público: cuando el cliente marca la diferencia

Las cadenas también se orientan a distintos segmentos de consumidores, lo cual impacta en su política de precios. Por ejemplo, Jumbo se posiciona como un formato premium, dirigido a clientes de poder adquisitivo medio-alto que buscan variedad, calidad y servicio. En cambio, Vea ofrece precios más bajos y se dirige a un público más popular y sensible al precio. Aunque ambos pertenecen al mismo grupo minorista, Cencosud, pueden coexistir modelos con estrategias prácticamente opuestas: Jumbo apela a primeras marcas mientras Vea apuesta a productos más populares y precios accesibles. Esa disparidad interna refleja cómo el enfoque al cliente influye en los valores finales que paga el consumidor, incluso dentro de un mismo grupo de empresas.

Este fenómeno no se limita a Jumbo y Vea: también puede observarse en otras cadenas que, sin compartir grupo empresario, tienen un posicionamiento de marca distinto.

Día, por ejemplo, apuesta a un público que prioriza el precio por encima de otros factores, lo que se refleja en su estrategia de surtido y abastecimiento. Coto, en cambio, apunta a una oferta más amplia y a una experiencia de compra más cercana a los hipermercados tradicionales. Estas diferencias de enfoque del negocio, posiblemente inadvertidas por el consumidor, explican en parte por qué dos locales que venden los mismos productos pueden tener precios tan dispares.

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