Marcelo Ingaramo, el tenista cordobés que llegó a la cima del ranking mundial de veteranos

“Yo fui tenista profesional en otra vida”, bromea Marcelo Ingaramo, el cordobés que compitió en circuito internacional entre 1982 y 1997, integró el seleccionado argentino de Copa Davis y salió del court vencedor las dos veces que le tocó enfrentar a Guillermo Vilas, su ídolo y referente.

De aquel tiempo, repasa sus inicios en Sports Social Club de su Villa María natal, las primeras prácticas en el Buenos Aires Lawn Tenis, la participación en siete Grand Slam (cuatro Roland Garros, dos US Open y un Wimbledon), los tres Challenger ganados (Birmingham, Alabama 1991; Santiago de Chile 1992; Campinas, Brasil 1993), y su mejor clasificación en el escalafón de la Federación Internacional de Tenis: el puesto 67° del 24 de febrero de 1986.

“Nunca pensé que iba a volver a estar mirando un ranking”, le confiesa Ingaramo a PERFIL CÓRDOBA desde la ciudad peruana de Lima, donde el domingo pasado se adjudicó el torneo correspondiente al circuito Master de la ITF, que se disputó en el Club Terrazas, en el distrito de Miraflores. En su camino al título, el cordobés venció a los chilenos Guillermo Del Río Ulloa, Manuel De Pablo y Wilfred Leigh, al colombiano Magin Ortega y al brasileño Ricardo Jean Tomb, sin ceder un set en toda la competencia.

NÚMERO UNO. El villamariense Marcelo Ingaramo lidera el ranking de la Federación Internacional de Tenis (ITF), en la categoría +60. /// INSTAGRAM MARCELO INGARAMO

La victoria en tierras peruanas le permitió a Ingaramo ubicarse al tope de la clasificación mundial de la categoría +60, por encima de Andy Brothers (Hong Kong), Pascal Convers (Francia), Pablo Semprun (España) y Bart Theelen (Países Bajos). “Qué se siente? Y… la verdad es que se siente raro”, reconoce el villamariense. “Fue una experiencia maravillosa, que afortunadamente pude compartir con la compañía de Joaquín, mi hijo menor, y justo en la semana del Día del Padre”, puntualiza.

RECUERDO DE SELECCIÓN. Ingaramo integró el equipo de Copa Davis en la Reclasificación de 1985 ante Unión Soviética, que se disputó en el Buenos Aires Lawn Tenis. /// CEDOC PERFIL

Con la pasión intacta

“Cuando dejé de jugar al tenis, me dediqué a entrenar chicos y hace tres años, viviendo yo en Estados Unidos, un amigo me invitó a jugar un Mundial en Palm Beach, donde compartí el título con un australiano (Glenn Busby), porque no pudimos terminar de jugar la final a causa de una tormenta. Después no jugué más, porque mi laburo no me dejaba tiempo, y cuando volví a Argentina me enganché en un par de torneos, más que nada para compartir con amigos, y empecé a ganar seguido. Una cosa llevó a la otra y me terminó picando otra vez el bichito de la competencia”, comenta.

Ingaramo llegó al certamen de Lima -donde también ganó en dobles, junto al mendocino Gustavo Kalnisky- con el antecedente del subcampeonato de mayo pasado en el ITF Seniors World Individual Championships de Florida, su segunda participación mundialista. “Ese campeonato se hace una vez al año y es el que más puntos otorga en el calendario”, explica.

“Desde que terminé mi carrera como profesional, siempre seguí ligado al tenis, disfrutando de esta pasión desde el día a día de estar adentro de una cancha, pero sin ganas de competir. Por eso no sabía cuál iba a ser mi reacción al volver a jugar torneos, pero desde el primer partido sentí las mariposas en la panza, y eso me dio el incentivo para tratar de prepararme bien y de mejorar físicamente”, cuenta Ingaramo.

«No no sabía cuál iba a ser mi reacción al volver a jugar torneos, pero desde el primer partido sentí las mariposas en la panza, y eso me dio el incentivo para tratar de prepararme bien y de mejorar físicamente”.

También habla de las diferencias entre el tenis de ayer y el tenis de hoy: “La verdad es que mete miedo la velocidad supersónica con la que se juega ahora. Cada vez se pega más fuerte y no es que la pelota termine en punto o salga afuera de la cancha, sino que vuelve igual de fuerte. Todo ha ido evolucionando y es difícil comparar épocas, pero creo que los buenos jugadores serán siempre buenos jugadores. Cuando yo estaba en el circuito profesional, Boris Becker, Stefan Edberg o Ivan Lendl también parecían superhombres, como hoy sucede con Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, y como pasó antes con Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic”.

SEGUNDO TIEMPO. “No sabía cuál iba a ser mi reacción al volver a jugar torneos, pero desde el primer partido sentí las mariposas en la panza”, cuenta el tenista. /// /// INSTAGRAM MARCELO INGARAMO

Sigue girando

Un capítulo aparte de la charla con Ingaramo son los triunfos que obtuvo ante Guillermo Vilas, el mejor exponente del tenis argentino de todos los tiempos, en los únicos partidos en los que enfrentó al marplatense, en 1984 en Barcelona (6/3 y 6/2, en segunda ronda) y en 1985 en Washington (6/1 y 6/4, en cuartos de final). “En su momento fue algo muy especial para mí, ya que me hice tenista teniendo como espejos a Vilas o José Luis Clerc. Tuve la suerte de entrenar con ambos, pero con ‘Batata’ nunca me enfrenté”, apunta.

Ingaramo y Clerc fueron compañeros del seleccionado argentino en octubre de 1985, cuando coincidieron en la serie de Copa Davis ante Unión Soviética (2-3), en el equipo que completaron Martín Jaite y Horacio de la Peña.

“La verdad es que mete miedo la velocidad supersónica con la que se juega ahora. Cada vez se pega más fuerte y no es que la pelota termine en punto o salga afuera de la cancha, sino que vuelve igual de fuerte».

Otra vez enfocado en el presente, el cordobés cuenta que en los próximos días viajará hacia Alemania, ya que allí compite periódicamente en torneos donde representa a un club de la ciudad de Obermohr, cercana a Stuttgart. “También voy a aprovechar para jugar un Master 1000 en Barcelona, donde me anoté en dobles con Pablo, mi hijo mayor”, comenta.

“¿Sabés la anécdota que tengo de él en mi época de jugador?”, añade, y recuerda cuando desistió de jugar su partido de tercera ronda del Abierto de Estados Unidos de 1988, donde lo esperaba el australiano Darren Cahill, para volverse a Argentina y acompañar en el parto a su esposa Marcela. “Aquella fue mi mejor participación en un Gran Slam”, recuerda.

SIGUE DE GIRA. El cordobés tiene agendados compromisos en España y en Alemania, país donde participa en las competencias interclubes. /// INSTAGRAM MARCELO INGARAMO

“Lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, no me hubiera imaginado haciendo todo esto nuevamente”, refiere sobre su segundo tiempo como tenista y la estricta rutina que imponen los viajes y los entrenamientos. “Por suerte, Marcela o algunos de los chicos siempre me acompañan”, subraya.

Después de tres años en Estados Unidos (“trabajé como profesor de tenis para una familia de Bozeman, en Montana, a una hora del Parque Nacional Yellowstone y cerquita de la frontera con Canadá”), Ingaramo se radicó nuevamente en Villa María. “Es la ciudad donde nací y mi lugar en el mundo, y ahí estoy dando clases. En la decisión de volver tuvo mucho que ver que el año pasado fui abuelo”, cuenta sobre el nacimiento de Inés, su primera nieta. “Yo diría que eso fue fundamental”, concluye, sin ocultar su emoción.

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