Para eliminar un pez invasor secan un embalse

El embalse de Alcollarín (Cáceres) se sitúa en plena España despoblada, con un pueblo muy cerca que no llega a los 300 habitantes. Un pesquero muy visitado por los aficionados de la zona y donde hace poco se recuperó el restaurante. Allí, también apostaron por un observatorio de estrellas y una pléyade de actividades al aire libre en un entorno natural privilegiado, entre senderismo, inolvidables puestas de sol y lugares estratégicos para ver las estrellas. Además, el destino se ubica dentro una privilegiada ruta que mueve elevados presupuestos en desplazamientos, estancias y consumo: la ornitología, un imán para el turismo internacional. Todas esas bondades quedaron en el olvido. Solo se ve desolación por todos lados: apenas queda agua y la que hay está necrosada, los peces muertos se amontonan en las orillas (calculan que hasta 40.000 ejemplares) y el olor es nauseabundo.

Adscrito a la Confederación Hidrográfica del Guadiana, y a unos 600 metros del pueblo, el embalse fue inaugurado hace relativamente poco tiempo –10 años- en enero de 2015, con una capacidad máxima de 52 hm3 (52.000.000.000 de litros) sobre una superficie de 554 ha, una altura de 31 m y una longitud de 625. Tras una primavera muy lluviosa, cuando el pantano llegó a rebosar de agua, asegurando así, como era el objetivo de su construcción, el de regular el caudal de los ríos Alcollarín, Ruecas y Guadiana, pero también el lograr mantener el equilibrio ambiental en la zona y servir de riego para los regantes del canal de Orellana, el más importante de Extremadura.

Según cuenta el portal El Mundo, todo eso se ha derrumbado. El pantano a día de hoy se encuentra completamente seco (0,75 hm3 ha marcado en estos últimos días), lo que ha echado por tierra las expectativas turísticas y medioambientales. ¿El motivo? El pez Pseudorasbora parva, vulgarmente conocido como pez chino. O, mejor dicho: la manera de actuar contra la especie invasora por parte de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, que pertenece al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. De cuerpo pequeño y alargado -de entre 4 y 6 cm de longitud- se reproduce fácilmente y acaba con los huevos y alevines de peces autóctonos. De hecho, está catalogado en España como especie exótica invasora “con una alarmante capacidad de transmisión de enfermedades al poder ser portadores de un patógeno intracelular”.

Para intentar la dispersión del pez invasor ya el 24 de junio de 2024, el Gobierno sacó a licitación una serie de actuaciones con un plazo de ejecución de 30 meses. Entre las instrucciones, vaciar el pantano. Entonces, el vaciado sólo llegó al 14% aproximadamente del caudal, pero no hubo resultados palpables. Este año, han repetido licitación, pero en esta ocasión han arrasado con todo y han provocado una catástrofe medioambiental. Las medidas ineficaces, no se quedan sólo ahí. Han colocado tres grandes mallas río abajo, en el azud lateral, para intentar capturar al pez chino, «pero muchos se escapan y es un sistema que no da resultado porque es un pez de unas dimensiones muy pequeñas», se queja el alcalde de Alcollarín, Juan Salvador.

La tercera acción será ejecutar la pesca eléctrica, con el fin de identificar y clasificar los ejemplares para su eliminación o traslado. Para ello, varias excavadoras han construido fosas comunes para enterrarlos, al pez chino, con un mínimo porcentaje de éxito, y a los autóctonos capturados. Lo demuestra el hecho de que el pez chino ya ha colonizado el río Guadiana, como reconoce la propia Confederación y hay serios indicios de que podría haber llegado al pantano de Alqueva, en Portugal, cerca de la frontera, considerada como el más grande de la Europa Occidental.

“Es como si hay un exceso de ciervos en Monfragüe y para depurar la especie quemamos todo el parque, pues eso es lo que se ha hecho aquí porque para acabar con el pez invasor lo que han hecho es cargarse la fauna terrestre y acuática”, describe el alcalde.

Desastre ambiental

La voz de alarma sobre el desastre medioambiental del ecosistema cacereño en entorno del pantano la dio esta semana Paco Castañares, ex director general de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura, quien recuerda que quien recuerda que la Ley de Conservación de la Naturaleza prohíbe taxativamente el uso de métodos masivos y no selectivos para la caza, la pesca y el control de poblaciones de fauna silvestre: “Los responsables del Ministerio y de la Confederación del Guadiana lo han hecho de forma tan precipitada y tan mal que han provocado justo lo contrario, una nueva invasión de cientos de miles de ejemplares, al desbordarse las zonas aseguradas con redes para capturarlos y fluir libres y sin control por todo el cauce del Alcollarín”, apunta.

El malestar de los vecinos de la comarca del embalse es mayúsculo. “Se les ha privado de pescar en sus aguas y el creciente turismo de observación de aves acuáticas que se habían asentado de manera permanente en el embalse ha desaparecido”, ratifica Castañares. La zona era privilegiada también para los pescadores, los que se han trasladado a una charca cercana. “La especie ya es imposible de controlar, es muy tarde porque se reproducen muy rápidamente”, afirmó el presidente de la asociación de pescadores de la zona, Jacinto Gutiérrez.

Daño colateral

Para el experto pescador, que comprende que se luche contra esta especie invasora pero no las formas, asegura que las medidas tomadas lo están destrozando todo, inclusive la pesca autóctona, de gran nivel y prestigio, con grandes ejemplares de barbos, tencas o los bordallos, otro depredador, pero protegido al estar en peligro de extinción. “Hay muchos daños colaterales”, lamenta Jacinto.

La polémica puede llegar a los tribunales. Pablo Blanco, presidente del Fondo para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Extremadura, asegura que preparan interponer una denuncia contra los responsables políticos de Confederación por esta “manifiesta negligencia” que se ha llevado por delante especies catalogadas como vulnerables. 

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