09/08/2025 21:36hs.
El día que tanto soñó desde que llegó a Núñez con 14 años (2008) por fin llegó. Lautaro Rivero debutó en la Primera de River frente a Independiente y tuvo una actuación más que auspiciosa en Avellaneda, que mezcló seguridad en la marca y guapeza. Sin embargo, en un contexto de bajas en el fondo por las lesiones de Lucas Martínez Quarta, Germán Pezzella y Paulo Díaz, el joven de 21 años no podrá estar en los octavos de final de la Libertadores porque no fue inscripto.
Después de sus 30 partidos jugados en Central Córdoba de Santiago del Estero, seis por Copa Libertadores, Marcelo Gallardo lo repescó para el Mundial de Clubes y horas después de haber recibido el alta médica tras un pequeño desgarro en el sóleo derecho (19 días de recuperación) se metió en el 11.
Primera alternativa de Paulo Díaz como segundo marcador central por su perfil zurdo, no es casualidad que durante su formación en Inferiores haya declarado que le gusta la agresividad en la marca del Cuti Romero y el juego aéreo de Lisandro Martínez.
Fuerte en el uno contra uno, sin dar ninguna pelota por perdida, y sin ponerse colorado si hay que revolearla, se impuso con velocidad y presencia en los duelos y no se achicó al momento de un par de cruces verbales con Cabral y Tarzia.
Lautaro Rivero. Fernando de la Orden.
Dentro del grupo de los jugadores con cláusulas de 100 millones de euros tras una extensión de contrato hasta 2028, finalmente no quedó dentro de los cinco cambios para la serie con Libertad (el que sí se metió, por Pirez, fue Sebastián Boselli). De avanzar, es una fija para los cuartos de final y por lo pronto se perfila para volver a estar vs. Godoy Cruz.
Lautaro Rivero gana en las alturas. Foto: Emmanuel Fernández.
«Estuvo bien por ser su primer partido. Fue un clásico exigente y se lo vio bien. Tiene mucho desarrollo por delante, posibilidades de mejorar y esperemos que siga evolucionado como jugador con nosotros», lo elogió Gallardo en conferencia.
La historia de Lautaro Rivero
La infancia del chico nacido en Moreno, que jugó en el Club Los Halcones de Moreno, Villa Luro Norte y se destacó en La Victoria, no fue fácil. Tuvo muchos obstáculos por superar, pero su mamá Adriana, su papá Alejandro y sus cinco hermanitos (Priscila, Joaquín, Valentín, Yutiel y Oriana) son el motor que lo empuja y le dio fuerzas para no claudicar.
«Mi primer objetivo es poder ayudar a mi familia. Somos muy humildes y sacrificados», contó hace varios años en el sitio oficial de River al momento de recordar sus inicios, cuando superó una prueba que duró una semana y en la que se destacó como volante por la izquierda.
Con el correr de los entrenamientos, sus formadores comenzaron a retrasarlo en el campo. Sus 185 centímetros, su buen porte y la vocación defensiva lo metieron en la cueva y al consolidarse en el selectivo de Edgardo Sbrissa se transformó en un proyecto más que interesante que ha comenzado a dar sus frutos.
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