Fideos importados ganan terreno en los supermercados: por qué son más baratos que los nacionales

Hace un año, pensar en pastas importadas más baratas que los nacionales parecía una utopía; pero desde fines del 2024, las góndolas de los supermercados se llenaron de productos extranjeros que, contra todo pronóstico, tienen precios accesibles aún para los bolsillos más ajustados.

Este cambio inició tras la desregulación de importaciones impulsada por el gobierno de Javier Milei, a través del Decreto 35/2025, que simplificó trámites de importación y exportación, y la eliminación del Impuesto PAÍS.

Así, el Ejecutivo facilitó la entrada de alimentos foráneos. Esto generó, según datos del INDEC, que las importaciones en febrero alcanzaron los u$s5.864 millones, un 42,3% más que el año anterior, con un aumento del 55,4% en cantidades importadas y una caída del 8,5% en precios.

Más importación de alimentos para contener la inflación, la estrategia del Gobierno

Pero, ¿a qué se debe este giro? La idea de la administración libertaria es clara: más competencia generará que bajen los precios. En palabras del secretario de Comercio, Juan Pazo, «la apertura de importaciones busca generar competencia y bajar los precios en la góndola«.

Al reducir las barreras burocráticas, productos como las pastas de Italia o Albania se colaron en el mercado, desafiando incluso a las marcas locales conocidas y consumidas por ser las más baratas y, también, instalaron nuevos hábitos en el consumo.

Entre las estrellas de este fenómeno están las pastas importadas, que se encuentran a precios más asequibles que las marcas más reconocidas del país. Por ejemplo, Barilla, la marca italiana, ofrece sus spaghetti y penne rigati en Carrefour a $1.899 por 500 gramos; De Cecco, otra italiana de prestigio, también se destaca con precios competitivos. Pero no solo Italia pisa fuerte: desde Albania llegan Pasta Bella y Diamond, con precios imbatibles de $1.250 y $1.470 por medio kilo; mientras que un paquete de fideos Matarazzo cuesta, aproximadamente, $2.000 y los de la marca Don Vicente unos $2.650.

Entonces, ¿qué pasa con los fideos argentinos? Parece que no pueden competir. Las marcas locales, como Matarazzo o Don Vicente, enfrentan costos de producción que se disparan por la inflación, que, aunque en desaceleración, sigue subiendo mes a mes. En cambio, las pastas importadas aprovechan ventajas que las hacen imbatibles. Para empezar, países como Albania acceden a trigo ruso a precios bajísimos, gracias a sanciones internacionales que abaratan la materia prima, luego del conflicto bélico con Ucrania.

Asimismo, Italia, cuna de la pasta, no se queda atrás. Marcas como Barilla, De Cecco, Divella, Rummo y Garofalo, producen a gran escala, con mano de obra y energía más baratas que en nuestro país, donde los costos logísticos y los impuestos asfixian a los productores locales.

Sumado a eso, la eliminación de trabas aduaneras y la baja del Impuesto PAÍS hacen que el flete y la logística no encarezcan tanto los productos importados. Incluso con estos últimos costos mencionados, los productos foráneos pueden ser hasta un 60% más baratos.

El lado «b» de las importaciones masivas

Claro que, la preferencia de los consumidores hacia los productos importados pueden traer consecuencias en la producción local. De acuerdo a la Coordinadora de Industria de Productos Alimenticios (Copal), las importaciones de alimentos y bebidas crecieron un 90,3% solo en el primer bimestre del 2025 respecto al mismo período del año anterior, con un valor de u$s503 millones.

Esto podría traducirse en la ruina para pequeños y medianos productores que no pueden competir, pero el jefe de Estado sostiene que la competencia beneficia al consumidor, y los números lo respaldan: los precios de los importados son un alivio directo para el bolsillo.

Al menos eso denuncian las dos empresas anteriormente mencionadas y la Unión de Industriales Fideeros (Uifra) que alertó sobre la falta de competitividad, sumada a los altos costos internos, incluyendo los servicios públicos, empleados y mantenimiento.

ARSA, que produce lácteos y fue adquirida por el grupo Vicentín, fue uno de los primeros en anunciar el cierre de 170 industriales, mostrando que esta problemática podría alcanzar a más firmas, aparentemente, bien posicionadas.

De igual forma, con este escenario, Milei defiende su estrategia con un principio económico clásico, el de Carl Menger, padre de la Escuela Austríaca, quien sostenía que el valor de un bien, depende la percepción subjetiva del consumidor. En otras palabras, para el mandatario, si los consumidores eligen pastas importadas más baratas, el mercado está funcionando correctamente.

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