Cien años después de su nacimiento, la figura de José María «Mono» Gatica sigue despertando suspiros y puños en alto. Nacido el 25 de mayo de 1925 en Villa Mercedes (San Luis), el boxeador que conmovió al país con su estilo audaz y su sonrisa pícara escribió capítulos imborrables en la historia del deporte argentino.
Pero hay dos fechas que resuenan con fuerza en el sur: en 1951, cuando peleó en Comodoro Rivadavia en un combate que terminó en un escándalo y en 1956 cuando enfrentó a un boxeador que terminó sus días en Comodoro Rivadavia.
Como curiosidades del destino – al compás de los tiempos aciagos que se vivían en el país en aquellos tiempos- al ‘monito’ Gatica le quitaron la licencia de boxeador luego de esa pelea – por motivos políticos- y lo condenaron a un doloroso autoexilio que tendría su trágico final siete años después.
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En 1935, llegó a Buenos Aires desde San Luis. Desde chico, en medio de una pobreza extrema, trabajó como lustrabotas e hizo todo tipo de oficios para ayudar a su familia.
Captura de la película «Gatica, el mono»
Era agosto de 1951. Comodoro Rivadavia, entonces un pueblo petrolero en ebullición, recibió al ídolo con carteles que decían: «Gatica, el rey del ring». Aquella pelea, contra , fue más que un combate: fue un espectáculo tejido entre política y pasión.
Corrían rumores de que el resultado estaba pactado pero nadie quiso perderse al «Mono» saltando las cuerdas con su habitual arrogancia.
Detrás de escena, un hombre uniformado observaba con atención: un general enviado del gobierno de Perón. Según crónicas de la época, su presencia no era casual.
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Gatica, cercano al peronismo, era un símbolo de la “Argentina nueva” y cada golpe suyo en el ring era un mensaje al pueblo.
El 11 de agosto de 1951, Gatica peleó en Comodoro Rvadavia.
Captura de la película ‘Gatica, el mono’
Gatica bailotea en el centro del ring y el público delira, grita, unos lo aman y otros lo odian, pero todos quedan paralizados por la bronca cuando -en el transcurso del segundo round- ante la primera mano en profundidad lanzada “mono”, o el “tigre”, Aníbal Disantis cayó estrepitosamente y no se levantó por toda la cuenta de 10.
¡“Estafa!”, gritan los aficionados. «Tongo!”, vociferan convencidos de que el mono, efectivamente, vino a ganarse la bolsa sin siquiera despeinarse. “Devuelvan la plata” exigen y arrojan monedas sobre el escenario.
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Al otro día, para colmo, los ven en un bar jugando al truco, a ellos: a Gatica y a su rival, los boxeadores contra los entrenadores. Ya no hay dudas de que hubo “tongo”, pero esto no va a quedar así.
El gobernador militar, Marcelino Müller resolvió retener la bolsa del boxeador ante la sospecha de que la pelea ha sido arreglada.
“Está bien, ustedes no me paguen, pero ya los va a llamar mi padrino”. Nadie sabe a qué se refiere, algunos piensan que los ha retado a un duelo pero la cosa se aclara, al otro día, cuando el boxeador está de regreso en Buenos Aires: desde el otro lado de la línea, el general Juan Domingo Perón ordena a las autoridades de la Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia que cumplan con el pago a José María Gatica, aquel que, al momento de conocerlo, años antes en el Luna Park, le dijera: “Dos potencias se saludan, mi general”.
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«Dos potencias se saludan»: Un llamado de Perón destrabó el pago de la bolsa por el combate de Gatica en Comodoro Rivadavia.
Después que Juan Manuel Fangio –el más grande piloto de la historia, según un estudio científico de la Universidad de Sheffields- ganare el primero de sus cinco campeonatos mundiales de Formula Uno en 1950, Perón aceptó la sugerencia de Apold para apostar por Gatica en los Estados Unidos.
En realidad, la decisión fue estrictamente política mas que técnica pues hasta ese momento Gatica había hecho tres peleas con su simbiótico rival, Alfredo Prada. El «Mono» le había ganado por puntos en el 46′ y en el 48′, pero Alfredo se había impuesto por nocaut técnico en el 6° asalto en 1947 rompiéndole la mandíbula en lo que quedó inscripto como un paradigma en la historia del boxeo argentino y del Luna Park.
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El General le encargó a Nicolás Preziosa, nuevo manejador de Gatica tras el desplazamiento de Lázaro Koczi, que hicieran gestiones con el Madison Square Garden para que Gatica pelee allí y, si fuera posible, por el Campeonato del Mundo «pagando lo que hubiere que pagar».
A su vez sugirió a la gente del Luna Park que gestionaran algo para «traerle algún buen rival a Alfredo Prada, otro gran peronista». En verdad, Prada era tan peronista como Gatica, un invitado frecuente a participar de actos oficiales. Sin embargo, cuando peleaban entre ellos el Luna se dividía. El ring side apoyaba a Prada y las populares a Gatica como si se tratara de figuras de preferencias antagónicas cuando en realidad ambos eran muy peronistas.
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Lo de Gatica en Estados Unidos fue decepcionante para el General Perón. Ganó en su debut por nocaut a Terry Young, un rival elegido “a medida” y, a partir de ese triunfo, su conducta se tornó inmanejable.
Desaparecía del Waldorf Astoria. Había que ir a buscarlo al barrio Latino . Se lo encontraba en los lugares de baile donde predominaba el mambo, ritmo cubano que imponía la orquesta de Dálmaso Perez Prado.
La pelea frente al campeón mundial Ike Williams le costó al Gobierno 300.000 dólares. Al recibir esa cifra, Harry Markson, programador del Madison Square Garden dio su conformidad para que Gatica fuera estelarista de su prestigiosa cartelera y, en caso de ganarle a Williams, viajaría a Buenos Aires a exponer su corona mundial en el Luna Park.
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No fue así. Perdió por nocaut en el primer asalto. «Me agarró frío», le dijo a su manager Nicolas Preziosa quien irritado le respondió «la próxima te traigo una frazada».
A partir de allí, nada fue igual. Tampoco para Prada a quien le «hicieron el favor» de traerle Sandy Sadler, cuyo gancho izquierdo lo colgó en el encordado frente al General Perón.
Paso decepcionante por EEUU en 1951: Enfrentó al campeón mundial Ike Williams y perdió por KO en el primer round pero el título del mundo no estaba en disputa. «Me agarró frío», intentó defenderse y su manager le replicó «la próxima te traigo una frazada».
El Gráfico.
La conexión de Gatica con Perón también marcó su destino. En 1948, el general lo recibió en la Casa Rosada tras una victoria épica. Ese vínculo, sin embargo, se tornó una carga cuando el peronismo fue derrocado por un golpe militar en septiembre de 1955. Gatica, estigmatizado, vio cómo las puertas del éxito se cerraban.
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Sin Juan Domingo Perón como padrino de José María Gatica, al boxeador nacido en la extrema pobreza se le hacía cuesta arriba volver a los años de oro.
La caída del peronismo que había abrazado Gatica con tanto fervor, estaba ausente como gobierno. Y los años de apogeo ya habían llegado a su fin para el boxeador puntano.
EL VECINO DE PRÓSPERO PALAZZO QUE PELEÓ CONTRA GATICA EN 1956
El 6 de julio de 1956 en un estadio de Lomas de Zamora repleto, Jesús Andreoli tuvo que luchar para llegar al ring y poder acceder al cuadrilátero donde el mítico boxeador argentino de peso ligero lo esperaba. Pero el brillo no era el mismo porque la leyenda ya estaba de vuelta.
«Era mi ídolo, fue un sueño enfrentarlo. Antes y después de la pelea no hubo palabra alguna con el ‘mono’ pero semanas antes -en forma de charla amena- José María me decía ‘te voy a cagar a palos’ y yo le respondía que lo esperaba arriba del ring para ver quién es quién”, recordó.
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Gatica está en decadencia pero conserva el instinto que lo llevó a construir un personaje nacional. Sin embargo, Jesús no cede espacios, cruza los golpes y hace de su derecha el arma para mandar a la leyenda a la lona en el primer asalto.
Jesús Andreoli vivió en el barrio Próspero Palazzo hasta su muerte. Enfrentó a Gatica en julio de 1956 y logró derribarlo.
En la intimidad, Andreoli prefiere el silencio a la hora de expresar si sintió lástima alguna por aquel rival que se apagaba como la lámpara que supo animar sus comienzos en los barrios de su Benito Juárez natal.
Al comienzo del cuarto asalto, Andreoli insistió con golpes al cuerpo y al rostro de Gatica. Pero el “mono” devolvió su castigo con la espera que Jesús logre sentir el poder de sus puños.
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Un golpe descendente sobre el lateral derecho de Andreoli lo hizo retroceder. Gatica lo dejó sin aire, el golpe (más que un golpe) tiene toda la intensidad de una puntada en el interior de las entrañas.
Arrodillado, Andreoli miró a su rincón, y su entrenador estaba a punto de tirar la toalla. Ya minutos antes lo quiso hacer pero Jesús se preocupaba porque ello no sucediera mientras enfrentaba al mítico boxeador.
A pesar de ello, la esquina tomó la decisión más dolorosa para el vecino de Próspero Palazzo. Y el fallo no se hace esperar: nocaut por abandono en el cuarto asalto.
“Yo tenía pensado esperar la cuenta hasta los ocho segundos. Pero el encargado de mi rincón hizo que abandonara. Primero, me invadió una bronca tremenda pero mientras veía como aclamaban a Gatica me emocioné, él ya estaba en decadencia», evocó.
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«Y me dio mucha pena cuando le alcanzaron a su pequeña hija y él festejaba el triunfo con ella a andas. Más que nada por él, porque como persona era muy ameno luego todos conocen que se perdió en la fama. La imagen del ganador de esa noche no era para nada similar al Gatica que supo trascender tras las cuerdas”, aseguró.
«Del Betún a la galera»: Gatica pasó de ser un lustrabotas a los encantos de la fama durante 10 años. Estaban los ‘amigos del campeón’ que se borraron en los tiempos difíciles.
El Gráfico.
Tras la caída de Peron lo proscribieron. La Policía fue a detenerlo en Bahía Blanca mientras hacia su ultimo combate frente a Jesús Andreoli en el 1956.
—¿Por qué?, preguntó antes de que le pongan las esposas. «Por peronista», le respondió el oficial de la policía.
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Y ya de vuelta en la miseria, cerrando la parábola, el rebusque de vender unos muñequitos en la tribuna de Independiente los días de partido. El pibe lustrabotas y canillita tocó la gloria sin poderse alojar en ella.
Aquel 10 de Noviembre de 1963, Independiente le ganó a River dos a cero con goles de Mario Rodríguez. Y, mientras la multitud de ambas hinchadas le ponía sonido al espacio de Avellaneda, el Mono intentó subir al colectivo de la línea 295 en marcha.
Estos personajes tendrían una gran expansión en este tiempo atravesado por las redes sociales, información al instante, la frase ocurrente y el valor de la imagen.
El Gráfico
Su pierna derecha deteriorada después de un show años atrás con Martin Karadagián por la degradante obligación de ganarse unos pesos para comer, le falló y cayó a la calzada. Fue en la calle Herrera, esquina Pedro de Lujan. Las ruedas de atrás pasaron por encima de su cuerpo.
Dos días después, el 12 de Noviembre de 1963, fallecía en el hospital Rawson. Tenía 38 años. Había «vivido» como cien. Sus restos fueron llevados desde la Federación Argentina de Box hasta el Cementerio de Avellaneda y la multitud lo acompañó durante siete horas.
Desde el 25 de Mayo de 2013 descansa en Villa Mercedes, San Luis, gracias a la lucha y la voluntad de su hija María Eva.
Un día como hoy, José María «Mono o Tigre» Gatica cumpliría 100 años. En Comodoro Rivadavia, donde el viento canta y el mar golpea, su espíritu sigue vivo. Entre guantes gastados, fotos borrosas y susurros de viejas glorias, el niño pobre que conquistó Argentina jamás dejó de pelear.