Este martes, Néstor Aguilar Soto, el principal acusado de asesinar a Catalina Gutiérrez, se presentará en el juicio por jurados populares para prestar su declaración. El hombre, ex compañero de la facultad de la víctima, es acusado de haberla golpeado y estrangulado en un crimen que ha estremecido a la ciudad de Córdoba.
La modificación de la carátula del caso, dispuesta por el fiscal Marcelo Sicardi, es uno de los puntos claves en este juicio. La alevosía fue eliminada como agravante y se incorporó la figura de «criminis causa», un cambio significativo que, según el abogado querellante Carlos Hairabedián, apunta a que Soto asesinó a Catalina para ocultar los golpes que le había propinado previamente.
«Golpeó primero a Catalina sin matarla», explicó Hairabedián, «pero al darse cuenta de la magnitud de las lesiones, decidió estrangularla para asegurarse de que no pudiera incriminarlo». Según el abogado, este doble accionar sería lo que califica como homicidio criminis causae, una modalidad en la que el homicida mata para evitar ser descubierto.
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El fiscal, por su parte, coincidiría parcialmente con esta interpretación, pero mantiene la postura de que la alevosía debe ser parte del caso. El abogado también incluiría un cargo adicional de privación ilegítima de la libertad.
La postura de la familia y el padre de la víctima
En paralelo, el padre de Catalina, Marcelo Gutiérrez, no dudó en calificar a Soto como un «psicópata». En diálogo con la prensa, destacó que varios testigos, entre ellos amigos comunes de los dos, describieron al acusado como una persona «tóxica» con un patrón de comportamiento que se repetía constantemente: «Primero era amigo, luego comenzaba a reclamar cosas».
Marcelo también cuestionó las versiones presentadas por la defensa de Soto, que intentó argumentar que el acusado tenía problemas psiquiátricos. Según el padre de Catalina, «la pericia determinó que no tiene ninguna enfermedad psiquiátrica. Sabía perfectamente lo que hacía el día que mató a mi hija». Además, rechazó las teorías de la defensa que intentaron desviar el foco del crimen, calificando de «mamarracho» la hipótesis de que Soto fuera gay, argumentando que «ser homosexual no te da derecho a asesinar a nadie».