«Ahí viene el primer detenido que entra a la cárcel federal de Coronda, acá en Santa Fe”. La que narra la escena, sosteniendo una puerta metálica gris que parece pesada, no es una periodista o una influencer de las redes, sino la ministra de Seguridad de la Nación. Mientras Patricia Bullrich lee esa frase del guión, pasa frente a la cámara un joven de campera verde y con las manos esposadas tras la espalda, y detrás suyo aparece un agente penitenciario custodiando su ingreso a la celda. “Es una nueva obra para la seguridad de los argentinos”, remata Bullrich, con un gorro gris del servicio penitenciario federal puesto, mientras va cerrando la puerta. Fundido a negro, y luego aparecen los créditos de la cartera de Seguridad. El video se viraliza, pero en el clip falta aclarar un pequeño detalle: es todo una ficción.
Quien denunció a Bullrich fue el propio intendente de Coronda, Ricardo Ramírez, alguien que no es especialmente crítico de la gestión de Milei. “Fue todo una puesta en escena. Los presos llegaron de José C. Paz a las cinco y media de la mañana. Estuvieron media hora, se filmaron y se los llevaron de nuevo. A la cárcel, encima, todavía le falta mucho, ni agua tiene. Comparto muchas cosas con este Gobierno pero esto fue vergonozoso, no estamos acostumbrados a este tipo de cosas”, declaró. Las imágenes del falso estreno del penal -que además se construyó pensando en presos que están a punto de cumplir condenas cortas, no para “narcos”, como aseguró Bullrich en el video- se multiplicaron en las redes. Y antes de que terminara el año, la ministra sumó así un nuevo blooper a su historial de excesos marketineros y gestos para la tribuna.
Para la cámara. El año había arrancado movido para Bullrich. El 3 de enero, la ministra había anunciado en los medios y en su cuenta de la red X que su cartera había logrado desactivar “una célula terrorista”, compuesta por tres personas “de origen sirio” que, según la funcionaria, habían ingresado “desde Yemen” con “un paquete”. Pero luego de dos semanas tras las rejas, la Justicia decidió liberar a los detenidos por falta de pruebas. Los tres estaban lejos de ser terroristas: uno era un peluquero, otro profesor de ping-pong y el tercero un periodista freelance. No eran, a las pruebas está, un peligro para la Nación. El supuesto paquete sospechoso jamás apareció.
A fines de ese mes, Bullrich volvió a meter la pata. Sucedió luego de que en un robo en Lomas de Zamora muriera una nena de 9 años, Umma, hija de uno de los custodios de la funcionaria. A los cinco días de aquel crimen, su ministerio filtró los datos de Patricio Valentín García, junto a una foto de él detenido por la policía. Lo acusaban de ser el asesino de la joven, y durante una semana las redes estaban repletas de comentarios donde pedían linchar al joven de 22 años. Sin embargo, siete días después lo tuvieron que liberar: García había pasado la noche del crimen durmiendo en lo de un amigo y no tenía absolutamente nada que ver. “Me quisieron empapelar. Agarraron a la primera persona que se les cruzó por el camino”, dijo el joven luego de salir en libertad.
En los últimos meses del año la maniobra de detener personas inocentes volvió a repetirse en el ministerio de Seguridad. El 6 de octubre detuvieron a un hombre de 42 años por, supuestamente, tener dos kilos de cocaína en Mendoza. “Mucho talco, poco eficiente, el que las hace las paga”, subió Bullrich a su cuenta, junto a una foto del capturado. El hombre pasó 21 días preso en la cárcel de Cacuheta. Luego lo liberaron: la droga era, en verdad, talco. En la cárcel le habían robado todas sus pertenencias y encima la policía lo dejó en plena ruta 7 a la noche, sin nada encima. “A veces pasa que se confunde en los operativos talco con cocaína”, declaró luego Bullrich.
El 3 de noviembre apresaron en Rosario a Marco Centurión. El hombre, diabético, estuvo nueve horas detenido antes de que le comunicaran el motivo: estaba acusado de distribuir pornografía infantil. “Cero tolerancia a estos criminales, seguimos firmes en la lucha”, tuiteó Bullirich, junto a una foto del preso. Pero luego la Policía se dio cuenta de que se había confundido de Marco Centurión. El hombre jura que lo liberaron sin pedirle ni siquiera disculpas, y que encima, cuando abrió luego el celular, se enteró de que había medio país denunciándolo por pedófilo.
El 18 de diciembre el pifie volvió a repetirse. Ese día en La Matanza habían asesinado a Eliana Gómez, una enfermera, en un asalto. A la noche Bullrich subió una foto de Mariano Macena esposado, custodiado por dos policías, y un texto donde aseguraban que habían “detenido a este malnacido” y que se iba “a la cárcel y sin perdón”. Un día después la Justicia lo tuvo que liberar, ya que era inocente.
Fotos. La ministra tuvo todo tipo de episodios este año. En un reportaje aseguró que en Chile y Bolivia habían detectado presencia del “terrorismo iraní”, pero no adjuntó ninguna prueba. Ambos países se quejaron y ella se tuvo que disculpar. En mayo quiso tomarse un colectivo para apoyar a los choferes que habían decidido no adherirse a un paro general dictado por la CGT, pero se le complicó: cuando sacó su tarjeta SUBE le saltó que no tenía saldo.
En septiembre ocurrió un incidente que quizás haya sido el que más escaló. En una manifestación de jubilados frente al Congreso, la Policía Federal gaseó a una nena de diez años. Sin embargo, la cúpula de esa institución filtró a la prensa que quien había realizado la repudiable maniobra había sido una de las personas que estaban en la protesta. Esa noticia se viralizó en los medios, hasta que algunas horas después apareció un video que mostraba claramente que había sido un agente de seguridad el que había atacado a la niña. Varios de los periodistas que habían dado la noticia, como Jonatan Viale o Eduardo Feinmann, criticaron luego con dureza al ministerio de Seguridad por esta “operación”. Las redes también se llenaron de críticas y Bullrich tuvo que salir a calmar los ánimos.
Sin embargo, a pesar de todos los bloopers y traspiés, la ministra es una de las figuras del gabinete más valoradas dentro del Gobierno.
De hecho, algunos en la Casa Rosada la imaginan a ella compitiendo como senadora por la Ciudad de Buenos Aires, en lo que además sería una jugada estudiada para molestar al PRO: poner a la ex presidenta de ese partido a competir en el distrito donde nació. Mauricio Macri, dicen cerca del ex presidente, ya le hizo llegar a Milei su malestar ante esta posible decisión.
De cualquier manera, está claro que Bullrich será una de las más activas en este año electoral. Con un aval de Karina Milei, la ministra ya ensambló su armado bonaerense con el de la secretaria general de la Presidencia, y apunta a colar a parte de su tropa en las listas legislativas.
El 2025 de la ministra, que pasará sus vacaciones en Disney, promete ser intenso.
Contra Macri . Los que hablan con Mauricio Macri aseguran que, cuando analiza el año entrante electoral, siempre se guarda un lugar para hablar de alguien especial. Es Patricia Bullrich, a quien había entronado como presidenta del PRO, pero con quien ahora tiene algo parecido a un encono personal. De hecho, cerca del ex presidente aseguran que le hizo llegar a Milei su malestar por una idea que empieza a circular en el círculo rojo: que la ministra de Seguridad esté en la cabeza de una lista en la Ciudad de Buenos Aires en el 2025, algo que en el partido amarillo se tomó como una mojada de oreja, en especial en estas horas en las que no se descarta que el propio Macri compita también por una banca en ese distrito.
Bullrich, encima, torea a Macri con frecuencia. “Puso al PRO en la oposición”, afirmó. Antes, Milei apuró al ex mandatario en una entrevista con la posibilidad de fusionar al PRO con el Gobierno. La relación está tirante y por llegar al momento de la verdad.