Luego del cruce con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, la vicepresidenta Victoria Villarruel volvió a quedar expuesta a las críticas del presidente Javier Milei y su círculo más cercano y por estas horas apura la negociación con los bloques políticos del Senado para tratar de que no se dispare el aumento de las dietas que cobran los legisladores, previsto para enero.
El congelamiento de los haberes de los senadores que votaron por unanimidad (65 votos) en agosto se vence el 31 de diciembre. A partir del 1 de enero volverán a estar «enganchados» a la paritaria de los empleados del Congreso y podrían subir a más de $9.000.000 con la entrada en vigencia de la llamada «dieta 13», una suerte de aguinaldo que ronda los $2,5 millones.
Villarruel quiere mantener el congelamiento. Intentó colar el tema en la controvertida sesión donde se votó la expulsión de Edgardo Kueider, pero no tuvo éxito. Luego se ocupó de recordar que, a pesar de que su intención es prorrogar esa medida, no puede hacerlo ella, sino que debe tener aval de todo el cuerpo de senadores. Pero ahora, además de querer, lo necesita.
Tras afirmar que ella no hubiera dejado ir a un gendarme a Venezuela, Bullrich le salió al cruce y la presionó justamente sobre ese punto. «Si quiere servir a la Patria, como argentina le pido se ocupe de frenar el descabellado e inminente aumento de sueldos en el Senado de la Nación», le marcó la ministra en redes sociales, sin inocencia y con un guiño de aprobación dentro de la Casa Rosada al que se sumó en las últimas horas un sugestivo elogio de Milei a su ministra favorita.
¿Cómo es la negociación que encara Victoria Villarruel para frenar la suba de dietas en el Senado?
En el entorno de Villarruel aseguraron a iProfesional que están «negociando para encontrar la forma de que continúe el congelamiento». La conversación se da principalmente con la UCR, el PRO y la bancada Provincias Unidas, donde está el salteño Juan Carlos Romero, uno de los aliados más colaborativos que tiene la presidenta del Senado.
«Yo no soy senadora, sólo facilito las condiciones para el tratamiento y la discusión de este tema, pero no soy las que toma las decisiones«, explicó la vicepresidenta la semana pasada, tras el intento fallido de votar la prórroga del congelamiento después del debate sobre Kueider. En efecto, no puede anular una medida que fue aprobada por los senadores con un simple decreto parlamentario.
Según indicaron fuentes parlamentarias a este medio, en ese marco la vice maneja dos caminos posibles: uno es convocar a una sesión entre fiestas, en los pocos días hábiles que hay entre Navidad y Año Nuevo, para aprobar la prórroga en el recinto antes de que se descongelen las dietas. El otro es que todos los jefes de bloque le envíen una nota firmada en la que dejen constancia de que mantendrán sus haberes sin aumentos.
La primera opción le daría la oportunidad a Villarruel de lucirse en una sesión para tomar una medida de austeridad alineada con la política que fijó Milei en el Poder Ejecutivo. Sería un gesto y a la vez una pequeña revancha, dado que lo que más molesta en el entorno presidencial de la vice es su alto perfil.
Sin embargo, necesita tener asegurado el quórum para no sufrir el papelón de que la sesión fracase y, hasta ahora, no hay voluntad ni siquiera en los bloques más dialoguistas para ir al recinto en ese momento del año y por ese tema, según indicaron las fuentes consultadas.
Por ese motivo, la segunda opción se impone como la más viable. Si los jefes de bloque enviaran una nota a la Secretaría Administrativa para informar que no quieren percibir ningún aumento en sus ingresos aunque caduque el congelamiento, la vice quedaría habilitada para resolver el tema por la vía administrativa, sin el ruido mediático que tendría una sesión en una fecha tan inusual.
El temor a un nuevo ataque de Javier Milei, detrás de los movimientos de la vicepresidenta
La idea de enviar una nota para avalar la prórroga del congelamiento surgió de los bloques dialoguista, pero hasta este viernes no tenía aún suficiente consenso. Algunos senadores creen que si Villarruel resuelve la cuestión por su cuenta, aun con respaldo de la mayoría de las bancadas, recibirá críticas de Unión por la Patria referidas a una presunta «irregularidad» administrativa.
El bloque kirchnerista prefiere desentenderse del asunto. Saben que cualquier traspié de Villarruel puede darle motivos a Milei y a su entorno para cuestionarla públicamente. Nunca harán nada que ayude al oficialismo a no desgarrarse en una interna a cielo abierto.
En cambio, la vicepresidenta sí quiere eludir ese escenario. Su relación con Milei nunca llegó a recomponerse y el fracaso de su estrategia para suspender a Kueider en lugar de expulsarlo e impedir así que el kirchnerismo sumara una banca -como quería la Casa Rosada, aunque no se lo comunicara directamente- llevó la tensión al extremo.
Ante una crítica directa del Presidente y bajo el asedio que ejecutó el «brazo armado digital» de La Libertad Avanza -con amenaza de «carpetazo» incluida– la vicepresidenta cedió el último fin de semana y puso en práctica una muestra de lealtad total (en la Rosada le llaman «rendición») con un extenso comunicado en sus redes sociales, pero la tregua duró poco: el cruce reciente con Bullrich volvió a ponerla en la mira del «triángulo de hierro».
Este viernes, un día después de ese altercado, Milei calificó como «formidable y maravillosa» a Bullrich durante el discurso que brindó ante la Bolsa de Comercio de Córdoba y, por si ese gesto hubiese sido poco, también aludió a su vicepresidenta con un comentario filoso: «No se entusiasmen con que viaje mucho porque cada vez que me voy siempre alguno me hace alguna… sin comentarios», disparó el mandatario.
¿Cómo empezó el escándalo por los sueldos de los senadores?
Por ese motivo, Villarruel no quiere dar ninguna nueva excusa para que Milei o su círculo cercano la cuestionen e intenten volcar a la opinión pública en su contra. En momentos en que el Presidente y ahora también Bullrich ponen de relieve el «esfuerzo heorico» de la ciudadanía para soportar el ajuste fiscal, el eventual aumento en la dieta de los senadores sería una noticia muy impopular que la Casa Rosada no dudará en explotar para seguir esmerilando a la vice.
El tema generó polémica durante todo el año. En abril pasado, el Senado aprobó una resolución para solucionar el atraso que efectivamente tenían las dietas de los legisladores. Pasaron así de cobrar menos de $2.000.000 a $7.000.000 de bolsillo. La medida se aprobó sin debate y a mano alzada, una metodología exprés que agravó la controversia pública.
En esa misma resolución se aprobó la llamada «dieta 13». Sin embargo, meses después, los gremios legislativos acordaron un aumento del 6,5% entre julio y agosto que impactaría también en las dietas. Esto reavivó la polémica y, para desactivarla, los jefes de todos los bloques consensuaron un proyecto de resolución que suspendía cualquier tipo de suba hasta el 31 de diciembre. Se aprobó por unanimidad.
Ahora, esa suspensión está a punto de vencer y Victoria Villarruel quiere un nuevo escándalo por el aumento de las dietas de los senadores y, sobre todo, que lo monte la propia Casa Rosada con la venia de Javier Milei para ubicarla otra vez a ella en el centro de todas las críticas.